Muchos siglos separan a las dos protagonistas de esta novela, pero ambas mujeres comparten algo más que nombre y género.
Desde muy joven, Helena de Corinto se ve obligada a ejercer la prostitución, oficio que en la Hélade se hereda de madres a hijas. Ignora quién pudo ser su padre, un secreto que tardará en descubrir y que, como otros dramáticos episodios de su vida, decidirá su destino. Tras una sólida formación como hetaira, que incluye Oratoria, Retórica, Gramática y Música, empieza a frecuentar los banquetes aristocráticos donde se reúne la intelectualidad griega. Coincide en estas reuniones con otra mujer bella y cultivada, su amiga Calipso de Nauplia. Por ella conocerá al astrónomo Anaximandro de Andros, de quien se enamora, quebrantando un firme juramento de la niñez.
Elena Sanmarino Chinea es una joven tinerfeña con sombríos recuerdos del pasado y que habrá de enfrentarse nuevamente a inesperadas y difíciles situaciones. Licenciada en Historia y estudiante de doctorado, investiga la presencia de las mujeres en los sympósia griegos. Mantiene una relación con un joven astrofísico, Alejandro Díaz de Navia, quien a su vez prepara una tesis doctoral sobre el origen de la Vía Láctea. Contraria a este noviazgo, Erika Loring Berger intenta convencer a su amiga Elena de que se una a ella en un lucrativo negocio de prostitución de alto standing, en el que las mujeres con formación universitaria son muy demandadas.
La periodista y escritora Carmen del Puerto Varela nos ofrece estas dos historias paralelas de sexo, drogas, amor y perfidia que se intercalan con tipografía diferenciada para que puedan leerse también de forma independiente. Un experimento literario en el que, respetando sus respectivos lenguajes, se fusiona un trabajo académico con la retórica de la ficción.
El destino puede ser una condena cruel, una herencia con sabor a hiel impuesta sobre los sueños, que finalmente se evaporan en la nada absoluta. Voluntad inexorable de las Moiras decidiendo los acontecimientos de la vida y la muerte.
La hetaira Cinisca y su hija Helena eran muy conocidas en la polis de Corinto o antigua Éfira, la bella ciudad del Peloponeso entre dos mares que fundara un rey artero
Casualmente, la prostitución griega en la Antigüedad encontraba su significación en el polémico debate que estaba teniendo lugar en España sobre el tratamiento laboral de este controvertido «oficio».