Tengo el libro en casa. Ha esperado, paciente, desde hace poco más de un mes, que se produjera el ritual del encuentro: desprender el plástico protector, pasar sus hojas con lentitud y dar el espacio que merece esta innovadora propuesta. Hoy ha llegado la hora. Esta tarde, en mi hogar, mientras tenga lugar su presentación, me detendré en esas miradas que no existen, en esas pupilas narradoras. Será parte de lo bueno de este viernes estival, el último de julio, que invita a bajar el ritmo y refrescarse. El arte ocupando el tiempo convierte la vida en arte.
Enhorabuena, Carmen y Laura. Espero que disfruten mucho en el encuentro.